lunes, 21 de noviembre de 2011

Borges: "Yo diría que el concepto de Dios es la máxima creación de la literatura fantástica"

En medio del aire que se respiraba en el país en 1980, Liliana Heker decidió armar un libro de entrevistas sobre la vida y la muerte. El proyecto llegó a imprenta pero, por un desfalco del editor, nunca a las librerías. Más de veinte años después, Heker amplió el original y acaba de publicar el extraordinario volumen Diálogos sobre la vida y la muerte, en el que incluye la siguiente entrevista a Jorge Luis Borges. A punto de cumplir ochenta años, Borges se explayó no sólo sobre Dios, el suicidio de Jesús, la belleza del budismo, la vida secreta de las plantas y el verdadero motivo de su aversión a los espejos, sino también acerca de los recuerdos y las muertes en su familia, la vejez, la esperanza que le despertaba morir y la frustración que preveía en su sueño de inmortalidad

- ¿Qué le sugiere la palabra muerte?
– ¿La palabra muerte? Me sugiere... una gran esperanza. La esperanza de dejar de ser. Yo estoy seguro, como mi padre, de morir cuerpo y alma. A veces, me siento un poco desdichado –a todos nos pasa–; sobre todo un hombre que está solo, que está ciego, que tiene desde luego algunos preciosos amigos, pero no muchos, un hombre tímido como yo; a veces me siento triste. Peor me consuelo pensando: sí, es cuestión de esperar. Voy a morir y voy a cesar, y qué más puedo querer que eso, qué cosa más grata puede haber que la muerte, que se parece tanto al sueño que es quizá lo más grato de la vida. Es decir, yo descreo en la inmortalidad pero eso no es una fuente de tristeza para mí sino de felicidad: pensar que voy a cesar. Mi padre también estaba seguro de la mortalidad del alma. Él me dijo: “Es posible que cuando yo esté enfermo, para hacerle un gusto a tu madre –que era católica– llamaré a un sacerdote y diré algunas mentiras piadosas. Pero no me creas. Vos sabés que yo no creo en esas cosas. Precisamente porque no creo en la fe católica puedo decir que creo en ella; porque no la tomo en serio”. Sí. Pero otra vez mi padre me dijo (mi padre era profesor de psicología): “Es tan raro el mundo que todo es posible; hasta la Santísima Trinidad”. Como si hubiera dicho que todo es posible; hasta el unicornio, ¿no? Bueno, aquí estoy defraudándola a usted, seguramente.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Ángel celeste

Sin avisar, 
empacaste tus dulces
y te sumergiste en sueños.

Del otro lado,
silencios y una estela
demarcando tus horas.

Sin avisar,
trepaste hasta el sol
entre terciopelos y acuarelas.

Mi niño pequeñito
sé que baila ya tu alma
sé que alado nos abrazas.

martes, 15 de noviembre de 2011

Sunset Theatre

Looking at a red sun
painting the sky so incredible
without words in my hands
falling down with this day.

So, I'm sitting here
waiting for the end of this love
there is nothing left to melt
free like the wind, everything I am.

lunes, 14 de noviembre de 2011

Ausencia

Habré de levantar la vasta vida
que aún ahora es tu espejo:
cada mañana habré de reconstruirla.
Desde que te alejaste,
cuántos lugares se han tornado vanos
y sin sentido, iguales
a luces en el día.
Tardes que fueron nicho de tu imagen,
músicas en que siempre me aguardabas,
palabras de aquel tiempo,
yo tendré que quebrarlas con mis manos.
¿En qué hondonada esconderé mi alma
para que no vea tu ausencia
que como un sol terrible, sin ocaso,
brilla definitiva y despiadada?
Tu ausencia me rodea
como la cuerda a la garganta,
el mar al que se hunde.

escrito por Jorge Luis Borges

domingo, 13 de noviembre de 2011

Poema XX

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Escribir, por ejemplo: «La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos.»

El viento de la noche gira en el cielo y canta.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.

En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.

Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.

Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.

Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.

Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.

La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.

Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.

De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.

Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.

Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.

de "Veinte poemas de amor y una canción desesperada"
escrito por Pablo Neruda

martes, 8 de noviembre de 2011

de Barro

Quemé las hojas
lejos de palabras imprecisas
te miro desde aquí
huérfano de quimeras
senda inherte, y un vano humo
sin más respuestas
pintándote apenas
vivificando cada episodio
acaso, ya un absurdo
solo sueños periféricos.