martes, 24 de mayo de 2011

de Tiza

No quiero buscarte
ciertamente este tiempo
es ajeno y me traspasa
puedo salir tras tu rostro
pero enmudecieron mis ansias.

De todas maneras
puedo captar aquel designio
¿qué hacer entonces?
¿abrazar el dolor?
¿empuñar la rebeldía?.

Ondulándose a lo lejos
las delicias de melancolía
no se si es pánico
no se si es que no resisto.

No quiero buscarte
... sé que te encontraré.

viernes, 20 de mayo de 2011

Eternidad en la finitud

Un sonido en esta brisa
precipita este desahogo,
en un barco de papel
tomo nota de este otoño
y cuento mi dicha al cielo.

Siempre es una melodía
ya sabés, te pienso
este camino es cierto
mi alma no puede callarlo
yo sé, permanecés
eternidad en la finitud.

miércoles, 18 de mayo de 2011

Ciega sed

La sed ciega, ceñida de azul
moviliza estas letras
en mares revueltos
donde surca este sentir.

Horizonte, estación próxima
contemplo tus nubes
besos tus rincones rosados
acaricio tus palabras.

Remendar delirios olvidados
quiero salir de viaje lejano
un refugio calmo y presuroso
somos prófugos noctámbulos.

miércoles, 4 de mayo de 2011

Tu halo es

Permanecés allí
sosteniendo los pasos
un beso suave bajo el sol
soltás tu canción cada día
silenciosa, prendes un instante
trascendiendo cada invierno
navegando los veranos
en medio de la vida, echamos raíces
alimentando utopías, limpiando sales
entre senderos imprecisos
custodiando el verdor del existir
atesorando una plegaria primitiva
pero no hay nada cerrado
el viento me sopla tu nombre.

martes, 3 de mayo de 2011

Tangencial

Sequedad, no un manantial
te espero en el jardín prometido
a medias, ya se desliza el otoño
acaso sea todo un absurdo
sobre el umbral de una hoja amarilla
viendo golondrinas en la lejanía
el cielo se me vuelve aplastante
quimeras que no traspasaron mis días
las leo y solo tiemblo al escarbar
solo resta dormir estas letras
que el silencio acaricie los pliegues
hasta que tu sonrisa se vuelva extraña.

domingo, 1 de mayo de 2011

Ernesto Sábato: Un pesimista que llega a la esperanza después del dolor

entrevista publicada por Diario Clarín

Ernesto Sabato acaba de publicar sus memorias. Es el primer libro suyo que aparece en décadas. En un diálogo exclusivo con Clarín, Sabato dijo que llegó a la decisión de terminarlo luego de la muerte de su hijo Jorge.

Ernesto Sabato está ahora solo en la casa de Santo Lugares. Allí vivió durante décadas con su mujer, Matilde, que murió este año. La casa tiene un jardín muy frondoso. Al final de un sendero, entre árboles y plantas, la la casa apenas se ve. Sabato y Matilde construyeron allí, a lo largo de los años, un ambiente confortable, poblado de estanterías blancas con libros, muy iluminado. También hay árboles en el fondo, al que se asoma el estudio donde Sabato pinta sus cuadros.Antes del fin, el testamento del escritor, es el primer libro nuevo que publica en mucho tiempo. El recorrido empieza en la lejana infancia y en la adolescencia, en la encrucijada que se le presentó cuando era una promesa de la ciencia, escenarios ya conocidos porque sobre ellos habló en muchas entrevistas. No obstante, en este caso, tienen el sabor de la reflexión sobre lo hecho. Y el de un manual sobre sus ideas de aquellos tiempos y de hoy. Pero el gesto de recopilar sus pensamientos es -o parece- una apuesta por el futuro. Lo confirmará a lo largo del diálogo que mantuvo con Clarín, el único medio escrito para el que decidió hablar sobre este trabajo suyo.

-¿Cómo se decidió a escribir este libro?
-Siempre fui muy resistente a escribir lo que habitualmente se denominan memorias, en primer lugar y fundamentalmente porque soy un desmemoriado. Cuando empecé el Colegio Nacional de la Universidad de La Plata, ya era para mí una dura y en cierto modo triste angustia, que se revelaba en los exámenes de historia y geografía. Un caso grotesco fue cuando en un examen escrito debía contestar sobre Catalina de Medicis y lo hice sobre María. Pero algo más grave que mi falta de memoria me impidió seguir adelante con este libro, y fue el creciente espanto que me produce la sociedad en la que vivimos y la desolación con la que temblé por años pensando en el futuro de la humanidad. Paradójicamente, la muerte de mi hijo Jorge me llevó a una necesidad visceral del sentido de la vida absoluta. Y el dolor me entreabrió la esperanza.

El libro no es crónica de sucesos sino un cuaderno de pensamiento de un único protagonista, Sabato. Y él lo hizo como negándose a terminarlo, no por miedo a que con él termine su vida sino porque -confiesa en las Palabras preliminares- no sabe si merece la confianza que -le dijeron- los jóvenes tienen en su palabra: Tengo graves defectos que ellos no conocen, se justifica. De todos modos, esta cruza de memorias, diario y reflexiones finales, salió.