- Un Estado mínimo, que no se notara. Viví en Suiza cinco años y allí nadie sabía cómo se llama el presidente.
- La abolición del Estado que usted propone tiene mucho que ver con el anarquismo.
- Sí, exacto, con el anarquismo de Spencer, por ejemplo. Pero no sé si somos lo bastante civilizados para llegar a eso.
- ¿Piensa seriamente que tal Estado es factible?
- Por supuesto. Eso sí, es cuestión de esperar doscientos o trescientos años.
- ¿Y mientras tanto?
- Mientras tanto, jodernos.
extraído de un reportaje concedido a la Revista Siete Días, Buenos Aires, 1973.
(fuente: www.revistaenie.clarin.com)
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